16 ago 2012

Etapa 7. Molinaseca - Sarria (105km)

La etapa de hoy es tan dura como bella. A lo largo de sus más de cien kilómetros atravesaremos poblaciones con tanto encanto como Ponferrada o Villafranca del Bierzo antes de acometer la terrible ascensión a O Cebreiro por los idílicos paisajes de La Faba. El veloz descenso, ya por tierras gallegas, nos lleva por las corredoiras del Monasterio de Samos hasta la emblemática localidad de Sarria (pulsa sobre la imagen para verla más grande) (*).


Llevo varios días oyendo a bicigrinos veteranos decir que a partir de Astorga "empieza lo bueno", y la verdad es que no se equivocan. No hay más que mirar el perfil de la etapa de hoy para darse cuenta de que toca otra kilometrada con más de mil metros de desnivel acumulado.

El día comienza con bastante fresquito. Al comienzo de la etapa estamos por debajo de los 8ºC. Como los guantes son cortos, llego a Ponferrada con los dedos helados. Confío en que el sol empiece a calentar pronto. No me queda otra.

No me he detenido mucho más allá de sacar la típica foto a la fortaleza templaria, porque hoy de nuevo tenemos más de cien kilómetros con un señor puerto de por medio: O Cebreiro.

La fortaleza templaria de Ponferrada saluda nuestro paso
O Cebreiro, que coronaremos en torno al kilómetro 60 de la etapa, tiene una longitud de unos 8,5 kilómetros con un desnivel medio algo superior al 7%. Sin embargo, hay un tramo de unos tres kilómetros -el que va desde el cruce de la Laguna de Castilla hasta dicha población- que ronda el 10% de media. Así que ojito.

Después va el Alto do Poio, que para algunos foreros y blogueros es "el tapado" del día. Tiene un kilómetro y medio al 5,5%. Con lo que ya llevo en las piernas creo que eso es peccata minuta. Ya veremos.

La salida de Ponferrada combina bellas zonas de urbanizaciones con tierras verdes de labor. La verdad es que me ha sorprendido favorablemente, a pesar de ser casi todo el tramo por asfalto. A la altura de Camponaraya tomamos una pista de tierra que nos lleva a través de unos cuantos repechos hasta Cacabelos y Villafranca del Bierzo.

A la salida de Cacabelos los repechos y bajadas abundan casi tanto como los viñedos


En las bajadas hay que tener cuidado con los peregrinos. El timbre -que yo no llevo- es un accesorio impagable en estas situaciones.
A la salida de Villafranca (otro pueblo donde vale la pena detenerse) el camino transcurre por el ya clásico andadero-pegado-a-la-carretera. Son bastantes kilómetros por el fondo del valle, viendo los imponentes viaductos de la A-6 muchos metros por encima de nuestras cabezas. Vamos a la sombra, por lo que a las diez de la mañana todavía hace frío. Sin embargo hoy tenemos el cielo muy despejado.

Al fondo Villafranca del Bierzo (o el pueblo de al lado, no lo tengo muy claro). En cualquier caso es bonito.

Si no fuera porque estamos en León, diría que estamos en Galicia.
Poco a poco vamos dejando atrás las pequeñas aldeas del valle, encaminándonos hacia el cruce de las Herrerías. Allí tenemos la primera de las dos encrucijadas que presenta la subida a O Cebreiro. En este caso escogemos subir por La Faba, abandonando la carretera principal. Pronto encontramos la segunda encrucijada, donde podemos elegir si queremos subir por camino o por pista de asfalto.

Dicen que la subida por camino es más bonita, pero que inevitablemente toca empujar la bici durante un buen trecho. La verdad es que he tenido la duda hasta el último momento, puesto que había leído distintas opiniones en internet. Finalmente llego a la conclusión de que no he traido la bici hasta aquí para empujarla, sino para ir montado. Por tanto, escojo la pista asfaltada.

No sé si el paisaje por el camino es mucho mejor, desde luego el que yo me he encontrado no desmerece en absoluto. No hay más que ver las fotos.

Subiendo O Cebreiro podemos disfrutar de bellísimas vistas


La subida es francamente dura. De las de plato pequeño a las primeras de cambio. Pim-pam-pim-pam-pim-pam... más de una hora de esfuerzo continuado hasta coronar.

No me he bajado ni he hecho ningún descanso, ni siquiera cuando he visto a la gente en el bareto de la Laguna de Castilla, justo al terminar el tramo más duro (bueno, vale, sí, me he parado un segundito para sacar la foto de debajo cuando estaba a apenas trescientos metros de la cima). La verdad es que estoy orgulloso.


Una vez dejamos atrás la población de Laguna de Castilla, la subida al temido O Cebreiro toca a su fin
Como ayer, el descenso se hace de rogar. Toca crestear un poco, superando repechos durante unos diez kilómetros. La subida al Poio, a la que tenía respeto, no tiene ningún misterio. Mejor. Corono en un periquete y me lanzo cuesta abajo.

Sobre el descenso también había leido distintas versiones. Hay quien prefiere bajar por asfalto y quien prefiere el descenso trialero. Decido probar los dos. Hago el primer tercio de la bajada por asfalto, pero hace tanto viento como ayer bajando la Cruz de Ferro. Me resulta incómodo y yo he venido a disfrutar, por lo que me paso al sendero a la altura de Fonfría.

El sendero es una pasada. Mucho mejor. A pesar de que la gente lo pone de suicidio para arriba, la verdad es que apenas tiene tramos técnicos y se baja francamente bien (imagino que será más complicado si se llevan alforjas pesadas). Además, entre los árboles se va a resguardo del viento.

Al final del descenso, en la localidad de Triacastela, se nos presenta una nueva elección: el Camino se bifurca en dos, ofreciéndonos las aldeas de San Xil por un lado y las corredoiras del monasterio de Samos por otro. Sin pensarlo mucho, escojo la segunda opción.

Las primeras corredoiras hacen su aparición nada más terminar el descenso de O Cebreiro. Los alrededores del monasterio de Samos son un paraíso para la BTT.

Entre corredoira y corredoira se nos abre una ventana al monasterio de Samos

Este tramo nos regala una sucesión de espectaculares toboganes jalonados por frondosas corredoiras, por lo que no hay tiempo para el aburrimiento. Además, durante un rato tendremos estupendas vistas del monasterio. No sé si la opción de San Xil era mejor, pero la de Samos no defrauda.

A pesar de ser en teórico descenso, el final del día dista mucho de ser plácido, con sube y bajas a tutiplén hasta llegar a Sarria. Este terreno indeciso me recuerda el chiste aquél del gallego que estaba en una escalera y no sabía si subía o si bajaba. Sea como fuere, me queda muy claro que diez "kilómetros gallegos" no tienen nada que ver con diez "kilómetros palentinos".


En el tramo final de la etapa pasaremos por pequeñas aldeas gallegas como la de la imagen. Creo que es San Cristóbal.


Paso la noche en el albergue de San Lázaro. Es un poco caro (10€), pero está nuevo y tiene mejores servicios que la mayoría. Se agradece la espontánea tertulia nocturna en el patio y el ambiente familiar.

Todavía no sé si me queda una etapa larga o dos etapas cortas. A pesar de que ya le he perdido por completo el respeto a las distancias largas, los 115km que me separan de Santiago se antojan suficientemente duros como para plantearse las dos opciones.

Me voy a dormir. Mañana decido.


(*) Por cierto, de las cotas de este perfil me fío casi tanto como de la guía Michelín. O sea, nada. Creo que el GPS ha debido tener algún problemilla con las altitudes. La morfología del terreno, sin embargo, es creíble.