Al comienzo del día circulamos por tierras de labor a las afueras de la urbe burgalesa. Estamos en plena temporada de riego, por lo que el entorno es muy verde.
De camino hacia Hornillos |
...lo cual no quiere decir que tengamos que confiarnos.
Ruinas del Monasterio de San Antón |
Llegados a ese punto iba integrado en un grupo de cinco o seis chavales guipuzcoanos que circulaban en pelotón a buen ritmo. Como estamos todos poco habladores (no son ni las ocho de la mañana) me limito a rodar a cola para no molestar mucho.
En ausencia de caminantes, la bajada pide apretar el pedaleo y coger velocidad. En esto, uno de los chavales -el que iba el último de ellos- pierde el control de la bici y se pega un porrazo de impresión. Para mi que se ha desequilibrado entre las piedras y el peso de las alforjas.
El caso es que los otros no lo han visto y siguen su descenso a tumba abierta. Él grita, pero los otros no le oyen.
Cuando me paro a atenderle me da la sensación de que está más cabreado que dolido por la caida, así que le digo que no se preocupe y que me voy a avisar a sus colegas.
Dicho así suena fácil, pero del dicho al hecho hay un trecho. La bajada, como digo, es rapidísima, y va seguida de un llano donde también se rueda rápido por el impulso. Como encima me llevan ya una cierta ventaja, me meto un calentón de casi tres kilómetros hasta que les cojo.
No se habían dado cuenta. Una vez están avisados, doy por completada mi buena obra de hoy y sigo mi camino.
El monasterio de San Antón, poco antes de llegar a Castrojeriz, es una espectacular mole de piedra en ruinas. Tiene un encanto muy peculiar, y es que el camino, asfaltado en este tramo, discurre por debajo de sus enormes arcadas. Es el momento de parar a hacer alguna foto. Aprovecho para saludar a dos bicigrinos franceses que vienen de París.
Como la cigüeña pero pedaleando. Qué tíos.
En ocasiones, la flecha nos trae buenas noticias |
La bajada del Alto de Mostelares abre las puertas de la Tierra de Campos. Y con ella, al océano amarillo de la meseta. |
Tras pasar por la bella población de Castrojeriz y superar la "pared" de Mostelares nos adentramos en la llanura. En realidad el terreno siempre pica hacia arriba o hacia abajo, pero de manera tan suave que se hace imperceptible a las piernas.
Durante algunos kilómetros circularemos en paralelo al Canal de Castilla, una de las obras hidráulicas más emblemáticas de la Ilustración |
Cuando estoy acabando de comer veo pasar a los guipuzcoanos de esta mañana, que van camino de Carrión de los Condes. Están todos. Se ve que la caida no era nada grave. Me alegro.
El resto del día presenta un paisaje bastante monótono, aunque bonito a su manera. Los kilómetros caen rápidamente. El Camino nos lleva pegados a la carretera entre Frómista y Carrión de los Condes. Por fortuna, a la altura de Población de Campos, justo al cruzar el río Ucieza, es posible tomar una variante que nos llevará por una estrecha vereda fluvial. Se hace algún kilómetro más, pero sin duda vale la pena circular lejos del tráfico.
La Vía Aquitana es una kilométrica recta que surca la Tierra de Campos, uniendo la Abadía de Benevívere (Carrión de los Condes) con la localidad de Calzadilla de la Cueza, cerca de Lédigos. |
El albergue de Lédigos es además bar y tienda de alimentación. Claramente la familia que lo regenta se ha hecho con el monopolio de los suministros del pueblo. El único albergue del pueblo cuesta 6€. No va muy allá en cuanto a las instalaciones, pero permite guardar la bici en un patio interior.
Podría haber seguido algunos kilómetros más, pero la experiencia de ayer en Burgos me tiene un poco paranoico. De hecho decidí que en lo sucesivo las etapas terminarán a las tres o las cuatro de la tarde, con ánimo de asegurarme una cama donde descansar.
En el abergue me encuentro con tres ciclistas de Cartagena, muy majetes ellos, que me dejan un poco de grasa para la cadena. Mientras lavo la bici descubro por qué el albergue se llama "El Palomar", y es que me ha defecado otro pájaro en la cabeza. Con el de Logroño van dos.
Cuando se lo comento a los cartageneros
Yo sólo espero que no se convierta en tradición.